Tras el latigazó que significó la aparición y propagación del TiL-V a nivel mundial, la FAO y el mundo de la Acuicultura han puesto especial énfasis en monitorear y controlar las potenciales afecciones de la tilapia, y siendo uno de los peces más producidos a lo largo y ancho del globo, es algo más que acertado y agradecido por la industria. Desafortunadamente, con la creciente demanda de proteína animal, y la creciente producción para satisfacer dicha demanda, han comenzado a emerger nuevas enfermedades víricas y a re-emerger otras antiguas que se creían controladas. Estos virus han sido asociados con mortalidades relativamente altas (20 a 100%) en varios casos de brotes de enfermedades naturales o problemas de laboratorio (Machimbirike et al. 2019), pero hasta hoy nunca se habían reportado en cultivo.
Dentro de las enfermedades que la FAO (2018) considera “enfermedad emergente” nos encontramos con el Virus de la Necrosis Infecciosa del Bazo y el riñón, o ISKNV por sus siglas en inglés. El ISKNV es un megalocytivirus de estructura compleja con cadena de ADN en su núcleo cuya existencia era conocida en China desde la década de 1990 pero que fue recientemente descrito por Subramaniam et al. (2016) en alevines de tilapia en el Medio Oeste de los Estados Unidos. Si bien en su momento se trataron de casos aislados, los autores ya daban aviso de que podía ser una amenaza importante para la industria de la tilapia. El mismo año Dong et al. (2016) describió brotes esporádicos del virus en cultivos en jaulas de Tailandia y reportó la creación de una técnica de PCR para su detección. El virus que presenta signos visibles notorios, tales como el oscurecimiento de la piel, palidez branquial, ascitis, exoftalmia y nado errático, es capaz de generar altas mortalidades sin importar la etapa de desarrollo de los animales (50%<) y puede habitar en agua dulce y en agua salada.
Un ejemplo claro de la devastación capaz de generar el ISKNV en los cultivos de tilapia, está en las recientes mortalidades que se calcula entre un 60% y un 90% presentadas en el lago Volta, Ghana. Allí el brote fue tan virulento que algunas empresas reportaron mortalidades de 10 toneladas diarias y necesitaron contratar más personal para ayudar a retirar el pescado muerto (Ramirez-Paredes et al. 2019). En pocos días las pérdidas a los productores ascendieron a más de 100 toneladas de biomasa de peces por sobre los 20grs, sin poder ser contenida mediante ninguno de los métodos conocidos. El cuadro se complicó aún más al aparecer bacterias oportunistas como Flavobacter y Aeromonas que acompañaron el brote viral. Fue tal el alto nivel de mortalidad que el gobierno ghanés ordenó a todas las empresas a cesar sus actividades productivas y a cosechar todo el pescado que había en el agua para evitar que el virus siga su propagación en el cuerpo de agua.
Dong et al. (2013) describió una vacuna efectiva para la prevención y mitigación de los brotes del ISKNV confeccionada a base de células del virus inactivadas con formalina, la vacuna FKC (Formalin-killed cell-cultured). De la misma manera la empresa holandesa MSD ya comercializa una vacuna contra el virus que puede ser aplicada en alevines de tilapia. La preocupación de los productores del Lago Volta radica en la posible mutación del virus local y la probable ineficacia de las vacunas comerciales existentes ante esta nueva cepa. Seguiremos muy de cerca el desarrollo de esta enfermedad y de sus posibles nuevos brotes en el mundo de la tilapia.