Cultivo de Tilapia en ambientes salobres y salinos

Cultivo de Tilapia en ambientes salobres y salinos

Los primeros en experimentar con el cultivo de Tilapia en agua salada fueron científicos en la isla de Hawai en la década de 1960, cuando buscando alternativas para carnada viva en la pesca del Bonito (K. pelamis), descubrieron que la tilapia monzambica (O. mossambicus) se adaptaba muy bien a las condiciones de cultivo en agua salobre. Casi de manera paralela en Israel se continuaron con los estudios, y se confirmó que tanto la Tilapia azul (O. aureus) como sus híbridos tenían una capacidad extraordinaria de adaptación a distintas salinidades. Ya a finales de los años 80 se descubrió que la tilapia roja (hibrida de O. aureus y O. nioloticus) tenía una gran performance en cultivo en agua de mar, muy superior en comparación con las demás especies de tilapia. Esto es debido, principalmente, a que puede ser trasladada al mar en etapas tempranas de desarrollo (alevines a partir de 5 gramos). Desde entonces, la tilapia roja ha tomado gran importancia como una alternativa de producción altamente rentable en países costeros que poseen grandes superficies  explotables para la acuicultura. Hace unas semanas atrás nos enterábamos con gran entusiasmo, como Singapur está apunto de contar, luego de años de trabajo, con una cepa 100% local de tilapia que puede cultivarse en agua salada sin problemas. Si bien existen en el mundo varios proveedores de estas cepas de tilapia roja resistentes a cultivo en ambientes salinos (Israel, Estados Unidos, Taiwan son algunos de los países proveedores), las semillas tienen un costo alto y su transporte a lugares distantes es siempre un gran riesgo. El precio de cada unidad de semilla puede tener un precio de entre 0,99 y 1,5 dólares americanos en el mercado internacional, a esto se le debe sumar el costo del transporte. Por ello es tan importante que los países interesados en la producción de tilapia de agua salada cuenten con una producción local de alevinos.

Indonesia es el mayor productor mundial de tilapia en mar con más de 136.000 toneladas anuales (FAO 2019), y cuenta con un gran abanico de cepas propias, entre ellas se destacan dos variedades para producción en agua salada, la Srikandi para ambientes salobres, y la Salina para ambientes marinos. Dentro de los factores que favorece mucho a la actividad está su geografía llena de canales y archipiélagos que les brinda un sin número de ambientes y miles de kilómetros cuadrados de costa protegida de las inclemencias del mar abierto. Según ellos mismos afirman, su éxito se basa en cuatro pilares fundamentales, los cuales son el método de cultivo, el alimento hecho con materias primas de alta calidad, el exhaustivo control y constante monitoreo de las condiciones del agua en los cultivos, y el contar con la mayoría de las exigentes certificaciones internacionales que les abren las puertas de prácticamente cualquier mercado a nivel mundial.  En contraste, tenemos países como el ya mencionado Singapur, India que analiza comenzar el cultivo de tilapia roja en el área costera de la región de Gujarat, o Filipinas que a pesar de estar lejos de los exitosos números de su vecino oceánico, posee un gran potencial de crecimiento y características geográficas similares. De hecho Filipinas lleva camino adelantado y es, tal vez, uno de los países con mayor interés en el desarrollo de alternativas para la acuicultura de la tilapia en aguas saladas, ya  que cuenta con su propio proyecto de mejora genética GIFT desde 1988. Dicho programa ayudó a crear la cepa PF, que tiene la mejor performance de todas las variedades asiáticas para cultivo en mar y es una de las más reconocidas a nivel mundial. En Sudamérica, también hay un interés creciente por comenzar explotaciones del hibrido de tilapia roja en zonas costeras. México, por ejemplo, viene desarrollando pruebas de cultivo en sistemas cerrados desde el año 2011 en Baja California, Cuba ya ha realizado algunos pilotos exitosos en distintas regiones del país, Panamá y Honduras también ya han comenzado sus pilotos.

Así como Singapur emprendió el largo camino de poseer una semilla especial que se adapte a sus necesidades y sus distintos ambientes de cultivo, es muy importante que aquellos países que se aventuren en el cultivo de tilapia en mar, desarrollen sus propias cepas y líneas genéticas. Es poco viable económica, sanitaria y logísticamente basar la industria acuícola de un país, en proveedores extranjeros, debido principalmente a la fragilidad del modelo. Desde el punto de vista económico, siempre será más caro adquirir la semilla extranjera y producirla localmente podría costar la mitad (0,5 dólares americanos), desde lo sanitario es un gran riesgo siempre latente el ingresar enfermedades que puedan afectar la industria (como ejemplo reciente tenemos el del virus TiLV), y logísticamente es muy difícil coordinar transportes cuando los proveedores podrían estar al otro lado del mundo con distintas condiciones climáticas y diferentes husos horarios. Por estas razones, y algunas más, poner a disposición la tecnología genética y la experiencia existente será siempre el paso más importante para lograr una industria sólida y duradera.

 
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